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Boca perdió ante Corinthians y quedó eliminado de la Copa Libertadores

Boca perdió ante Corinthians y quedó eliminado de la Copa Libertadores

En La Bombonera igualaron 0-0, mismo resultado que en San Pablo. Y en los remates desde los 12 pasos Cássio le ganó el duelo de arqueros a Rossi

El sueño de Boca Juniors en la Copa Libertadores se quedó en los octavos de final: perdió 6-5 por penales ante Corinthians y quedó eliminado tempranamente de la competencia. Luego de dos 0-0 en San Pablo y en La Bombonera, la serie se resolvió en los remates desde los 12 pasos. Y allí Cássio contuvo dos ejecuciones, incluyendo el decisivo a Ramírez, para darle el pasaje a su equipo y vencer en el duelo a Agustín Rossi, otro especialista, que también contuvo dos tiros, pero no le alcanzó.

Habían igualado en todo. Los dos fallaron un penal en los 180 minutos (Rossi tapó uno en Brasil, Benedetto tuvo su noche negra, falló otro en La Boca -y mandó a las nubes su intento en la tanda-) y se midieron casi sin pegar profundo. En el partido de vuelta el conjunto de Battaglia mereció más, pero pagó la falta de profundidad ante un adversario que nunca perdió el orden y se llevó el empate que buscó sin patear al arco.

El Xeneize salió a hacerse patrón del desarrollo, presionando arriba para recuperar alto, con un Varela muy metido, y adueñándose de la posesión ante un rival que procuró mantener a sus jugadores detrás de la línea del balón y asfixiar a partir de mitad de cancha. Con las dos posturas marcadas, las llegadas no tardaron en aflorar para el dueño de casa.

A los 5 minutos, Fabra probó la resistencia de los guantes de Cássio. A los 18, Zeballos envió un centro perfecto para el ingreso de Benedetto, quien intentó impactar de aire el balón y terminó enviándolo a las nubes. Hasta que llegó la jugada del penal.

Raul Gustavo saltó a cabecear una pelota dividida con Pol Fernández y se impuso, pero le bajó el codo en el rostro, al punto de que lo hizo sangrar. El árbitro Matonte no lo advirtió, pero el VAR llamó a revisar. Era penal y tarjeta roja, pero el uruguayo marcó el lanzamiento desde los 12 pasos, aunque sólo sancionó con amarilla. Benedetto se hizo cargo del tiro, pero sacudió el palo izquierdo, cuando el guardameta se lanzó para el otro lado.

El penal fallado tuvo su rebote anímico. Los paulistas se sintieron un poco más cómodos en el encuentro, mientras que a Boca le costó llevárselo por delante como al principio. No obstante, a los 40, Benedetto sacó una mediavuelta bien direccionada, y la pelota, de no haber rozado en un brasileño, tenía destino de arco.

Sin ninguna intención de atacar, Corinthians se aferró al resultado con mucho orden y concentración. Boca, con el monopolio de la pelota, sólo halló rompimiento en la gambeta de Villa o en alguna corrida de Zeballos. Al movimiento de pelota del local le faltó ritmo, vigor, para quebrar el tedio. A los 14 minutos del complemento, Villa habilitó a Benedetto, quien buscó un sombrero a Cássio, pero la pelota quedó depositada sobre el techo del arco.

Desde las tribunas empezó a bajar en continuado y con fuerza el “movete, Boca, movete, movete y dejá de joder, que esta hinchada está loca, hoy no podemos perder”. En contrapartida, el Timao empezó a lograr respirar con el balón durante algunos tramos, con tenencia inofensiva, pero ya del otro lado del campo. Battaglia recién movió el banco a diez minutos del final: entró Ramírez por Zeballos.

Sólo con un par de remates, uno de Fabra, otro de Romero, más algún centro venenoso, el Xeneize logró inyectar la esperanza de evitar los penales. Pero hacia allí fue, inexorablemente. Y en la tanda esta vez se impuso Corinthians, que a lo largo del cruce sufrió una catarata de bajas por lesiones o por un brote de COVID-19. Pero se apoyó en Cássio, la figura, que se impuso ante Ramírez y Villa. Rossi, a su vez, atajó los intentos de Raul Gustavo y Bruno Melo. Y se le escurrieron los remates de Gil y Piton, cuando parecía que los desviaba.

Así, el sueño de Boca de repetir el hito de 2007, última Libertadores que ganó, volvió a quedar trunco. Aunque Riquelme, el último gran héroe devenido vicepresidente, apostó a transmitir su influjo desde un palco.



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