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Asesinan a puñaladas y ante el fiscal se autoincriminaron

Asesinan a puñaladas y ante el fiscal se autoincriminaron

La sorprendente declaración de los hoy imputados muestra una cara desconocida de la marginalidad. Buscan la manera de vivir en el encierro.

Un joven de 22 años fue asesinado a puñaladas en barrio Solidaridad durante un confuso hecho ocurrido en horas de la noche, enfrente de una plazoleta ubicada en el barrio Gauchito Gil.
Vecinos del lugar relataron ayer a El Tribuno que se trató de un ajuste de cuentas barrial, que tenía antecedentes de violencia entre el grupo que atacó al joven fallecido identificado como Javier Castillo. 
Según la versión de la Policía, a las 20.04 un llamado al 911 alertó sobre un joven malherido en la vía pública, frente a la plazoleta de barrio Gauchito Gil.
Diez minutos después llegó la fuerza pública y tras de ella una ambulancia del Samec.
Los médico decidieron trasladar al herido al San Bernardo, pese a que se encontraban a solo 500 metros del hospital Papa Francisco.
La policía encontró al joven tendido y en soledad. Nadie lo asistía, todos miraban, dijo ayer un vecino.
El joven fue atacado al menos por cinco personas, dos de ellas armadas con cuchillos que le provocaron innumerables heridas defensivas a Castillo, que no pudo evitar que ya caído fuera apuñalado varias veces en el abdomen y el tórax.
La furia criminal de sus victimarios pocas veces se vio tan reflejada como en este caso, donde la víctima se desangró mientras los agresores volvieron a sus esquinas, sin huir del todo de la escena dantesca.
El joven ingresó al hospital San Bernardo ya sin vida y pasó directamente a la morgue judicial.
El viejo conflicto barrial entre la vagancia de Gauchito Gil y la de Solidaridad se cobró otra vida.
Hubo posteriormente allanamientos que dieron como resultado la detención de cuatro personas.
En la mañana de ayer solo quedaron dos detenidos quienes, según fuentes fidedignas, desoyendo las indicaciones de la defensora oficial en turno a viva voz dijeron que fueron ellos los que le quitaron la vida al joven Castillo y que deseaban vivir en la cárcel.
Esas mismas palabras -al parecer- fueron las que dieron paso a la audiencia de imputación y a la rúbrica de su culpabilidad pública. 
Por otra parte, se supo que la víctima tenía una hija de cuatro años y un bebé de ocho meses y estaba en pareja.
La Fiscalía Penal 2 de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas, a cargo de Pablo Paz, sin otra dirección imputó a Yonathan Emanuel Ríos de 19 años por el delito de homicidio agravado por la participación de un menor y a un adolescente de 17 años por el delito de homicidio simple por un hecho ocurrido ayer pasadas las 19 en la zona sudeste de la ciudad. 
La víctima, Javier Castillo, fue sorprendida cuando se dirigía desde Solidaridad hacia la casa de su pareja en Gauchito Gil en compañía de otras dos personas, por dos jóvenes a bordo de una motocicleta. Uno de ellos al estilo sicario bajó y atacó a puñaladas solamente a Castillo. 
El joven quedó tendido en soledad ante los ojos estupefactos del vecindario. Con el aporte de testigos se pudo identificar a los sospechosos, quienes fueron detenidos ya que ni siquiera huyeron, esperaban justamente ser detenidos. 
Los dos acusados tras conocer el motivo de su detención declararon en forma coincidente reconociendo cada uno el rol de su participación, dando una sola versión de los hechos: mantenían con la víctima una enemistad previa. 
Desde la Fiscalía se dispusieron numerosas medidas tendientes al esclarecimiento total de los hechos pero no dejó de sorprender el deseo de los detenidos de ir a la cárcel. 

El tetra brik calma el dolor

En la tarde de ayer al menos un centenar de jóvenes se encontraban en las inmediaciones del velatorio de Javier Castillo. 
En la vereda sentados departían cajas y cajas de vino con gaseosa mientras en el interior de la casa de duelo la pérdida de una vida hacía estragos en dos familias; los padres y hermanos de la víctima, pero también su joven pareja que quedó viuda a los 20 con varios hijos para llevar adelante, entre ellos un bebé de meses.
La violencia en los barrios del este crece al son del alcohol, de las drogas, la pobreza y la marginalidad más absoluta.
Todos los dolientes jóvenes que calmaban el supuesto dolor con vino blanco y gaseosa se encuentran desocupados, según un vecino ayer consultado, y a la vez angustiado por la pérdida de una vida joven, que se hacía eco de la angustia que le daba el espectáculo del alcohol y la droga en la vía pública y dijo: “Jamás pensé que una honra fúnebre pudiera interpretarse de esta manera”. 



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